La historia de Lola
Lola llegó a España con sueños y una esperanza genuina de construir una vida mejor. Aislada y sin conocer a nadie, encontró camaradería en un grupo de mujeres migrantes que se promocionaba como una red de apoyo solidario. El grupo, integrado aparentemente por mujeres económicamente solventes, organizaba reuniones centradas en empoderamiento, bienestar personal y oportunidades de networking. Motivada por la necesidad de pertenencia y apoyo, Lola se involucró profundamente.
Al principio, todo parecía positivo. Sin embargo, el deseo de pertenencia hizo que Lola no advirtiera que las actividades del grupo no respondían a sus necesidades reales. Muchas reuniones giraban en torno a temas como “balances emocionales”, “wellness” o charlas con matices esotéricos, espirituales o de belleza. Mientras tanto, el prometido networking consistía principalmente en que las administradoras del grupo, a cambio de cuotas, promocionaran “emprendimientos” en redes sociales o grupos de WhatsApp. En ocasiones, alguien de la comunidad contrataba a Lola para tareas puntuales, pero nunca le ofrecieron un contrato formal, es que ni ellas mismas tenían un emprendimiento formal. Nunca hubo esfuerzos por parte del grupo para orientarles hacia la profesionalización o la formalización de su trabajo.
Mientras tanto, Lola seguía sin enfrentarse o trabajar para superar las barreras estructurales: no homologó sus estudios, no accedió a un empleo formal y no construyó una base que le garantizara estabilidad económica a largo plazo. Lola mencionaba que solo buscaba complementar el sueldo de su marido, sin considerar que ella misma podía aspirar a un ingreso propio, prestaciones laborales y un futuro asegurado. Años después, seguía atrapada en un ciclo de precariedad, sin ahorros ni aportaciones a un sistema de pensiones, mientras que otras mujeres del grupo continuaban beneficiándose de sus privilegios y contactos.
Esta historia no es única. Es un patrón que se repite entre muchas connacionales que se acercan a espacios que prometen “apoyo y empoderamiento”, pero que, en realidad, distraen a las mujeres migrantes de acciones concretas que podrían transformar sus realidades. El deseo de apoyo y pertenencia lleva, muchas veces, a confiar plenamente en iniciativas que, aunque bien intencionadas, no abordan las raíces de las problemáticas que enfrentan.
Algunos de estos grupos parecen preocuparse más por la imagen que proyectan en redes sociales que por el contenido de sus acciones: fotos estilizadas, videos de eventos que aparentan cierto estatus y publicaciones bien editadas. Esto, en sí mismo, no es negativo, ya que la visibilidad también tiene su lugar. Sin embargo, si prometen ayudar y “empoderar” a mujeres migrantes, es fundamental que estas iniciativas se preocupen por ofrecer un apoyo genuino y honesto. Aglutinar una comunidad implica una responsabilidad enorme.
Es importante subrayar que las asociaciones registradas pueden cobrar aportaciones para alcanzar sus objetivos, siempre que estas estén respaldadas por un marco legal y normativas claras. Otra cosa muy distinta es que particulares cobren alegando ser una asociación, lo que puede dar pie a fraudes.
Antes de continuar, queremos aclarar que nuestras palabras no buscan cuestionar el esfuerzo de las mujeres mexicanas en los grupos migrantes. Reconocemos que muchas iniciativas trabajan desde una solidaridad genuina. Sin embargo, consideramos fundamental reflexionar críticamente sobre nuestras prácticas colectivas. Nosotras mismas, como asociación, realizamos constantes revisiones de nuestros propósitos y objetivos, porque entendemos que esto es esencial para cumplir con nuestro compromiso.
En este sentido, la memoria colectiva debería ser una prioridad para todas las asociaciones. Con una memoria compartida, podríamos evitar repetir los mismos errores y avanzar hacia prácticas más efectivas y responsables.
Estamos analizando solo comunidades migrantes. Más allá existe una selva en las redes sociales de gurús y charlatanes que prometen las claves del éxito inmediato de los millonarios. Ten cuidado.
La trampa del empoderamiento superficial
Casos como el de Lola evidencian una dinámica preocupante: la mercantilización del “empoderamiento” y el “networking”. Estas iniciativas suelen perpetuar la idea de que el éxito depende únicamente de la actitud personal o la imagen, ignorando las desigualdades estructurales que enfrentamos como migrantes.
Según un estudio del Instituto de la Mujer, solo el 9,3% de las mujeres inmigrantes ocupadas en España son autónomas o empresarias.
En contraste, la mayoría, 87,2%, trabaja como asalariada en el sector privado, mientras que solo un 3,5% lo hace en el sector público. Estas cifras reflejan la realidad de un mercado laboral que, aunque no imposibilita el emprendimiento, presenta barreras significativas para las mujeres migrantes que terminan atrapadas en microemprendimientos informales, vendiendo productos entre conocidas sin construir una vida laboral o crediticio sólido. Esta situación, lejos de ser una solución, puede convertirse en un callejón sin salida si no se complementa con estrategias claras y un acompañamiento profesional.
Es imprescindible que las iniciativas de apoyo estén alineadas con nuestras realidades. Deben proporcionar herramientas efectivas, orientación profesional y un enfoque que garantice la estabilidad económica a largo plazo. Existen profesionales y recursos que pueden ayudarte a tomar decisiones más acertadas. Infórmate, investiga y elige con cuidado.
El tiempo: un recurso valioso e irrecuperable
Para las mujeres migrantes el tiempo es un recurso crítico que debe ser gestionado con cuidado. Al migrar, muchas dejamos atrás trabajos, estabilidad económica e incluso trayectorias laborales consolidadas, enfrentándonos al desafío de comenzar desde cero.
Por ello, es fundamental evitar invertir nuestro tiempo en actividades mal diseñadas o centradas únicamente en la apariencia. Talleres y eventos que no aborden necesidades reales, como la profesionalización, la integración económica el aprendizaje de herramientas financieras, pueden desviar nuestra atención de los objetivos esenciales.
Cada minuto dedicado a actividades sin impacto tangible es tiempo perdido en la construcción de un futuro sólido y estable. Maximizar el uso de nuestro tiempo es clave para superar las barreras que enfrentamos y asegurar un mejor porvenir.
Dinámicas excluyentes
Algunas iniciativas perpetúan prácticas discriminatorias que condicionan el nivel de pertenencia al estatus económico, dejando en segundo plano a quienes no cumplen con ciertos criterios implícitos. Muchos de estos espacios insisten en vender la idea de una meritocracia ficticia, en la que nuestras barreras económicas y sociales son invisibilizadas.
Un cambio necesario: del discurso a la acción
Los eventos sociales tienen su lugar, son necesarios, eso es un hecho para nosotras, pero es fundamental que sean claros en sus objetivos y que no prometan más de lo que pueden cumplir. La integración de las mujeres migrantes requiere herramientas prácticas y enfoques críticos que les permitan analizar su entorno, tomar decisiones informadas y construir un futuro basado en acciones concretas.
Talleres de educación financiera, homologación de estudios, habilidades técnicas y networking ético que no terminen en meros eventos sociales son algunas de las iniciativas necesarias para transformar verdaderamente la vida de las mujeres migrantes. Es imprescindible fomentar el pensamiento crítico y evitar dinámicas centradas exclusivamente en la apariencia o el bienestar superficial.
Migrar: una oportunidad para transformar, no para perpetuar ilusiones
La historia de Lola nos recuerda que migrar no es solo un cambio geográfico; es una oportunidad para cuestionar nuestras circunstancias y construir un futuro con bases sólidas. Migrar es el momento de reconocer tu realidad, entender tu posición en el entramado social y evaluar con claridad tus posibilidades. Más allá de las emociones y las apariencias, es imprescindible analizar las estructuras que te rodean y cómo estas influyen en tu vida.
Un grupo de apoyo puede ser una herramienta valiosa, pero sin una mirada crítica y materialista sobre tus circunstancias, corres el riesgo de perderte en ilusiones que perpetúan desigualdades. Migrar no es solo sobrevivir, es una oportunidad para construir un futuro digno y consciente.
Queremos cerrar con un mensaje alentador: sí, hay mujeres que han logrado con muchos sacrificios establecer negocios sólidos y alcanzar una estabilidad económica significativa. Algunas lo consiguieron en momentos en los que las leyes y normativas en España o la economía del momento ofrecían mayores oportunidades, mientras que otras fueron pioneras en sectores específicos. También hay nuevas migrantes que, con esfuerzo y determinación, están trabajando para superar los retos y avanzar hacia el éxito y la prosperidad en sus emprendimientos.
Prepárate, para no terminar siendo una turista eternizada a merced del desconocimiento de su propia realidad.